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Peluquería a cielo abierto - Saigon - Vietnam Foto: Alicia Dipierri |
Totalmente "vietnamizados" encontramos nuestra minivan de
regreso para Saigón / Ho Chi Min zarandeando la mano en medio de la calle, en respuesta al
zarandeo de la minivan. Casi como milagro del cielo el primer zarandeo fue todo
un éxito. El destino de la minivan era Saigón y el nuestro también. Los zarandeos sean unidos.
En el bus conocimos a Nguyen, que es casi como conocer a un
Mamani en el norte Argentino o a un Mohamed en el mundo árabe. Casi todo el
mundo se llama Nguyen y de hecho un 80 por ciento de las calles de cada ciudad vietnamita
comienzan con Nguyen… misterios de Vietnam que aún no hemos resuelto. Lo que si
sabemos es que no se trata de un antepasado común prolifero porque los nombres
no se heredan.
Finalmente llegamos a Saigón / Ho Chi Min e inmediamente fuimos redireccionados hacia Cholón,
el barrio chino. En vísperas del año nuevo chino, valga la redundancia, nos parecía la mejor opción. A
lo largo del trayecto nos encontramos con un barbero que atiende en plena calle
en la intersección de dos calles importantes de Saigón / Ho Chi Min, una señorita que
cocinaba una especie de Putu Piti (postre exquisito de Indonesia) pero dentro
de unos canastitos de mimbre que traslada colgando de un hombro con un arte irreprodusible - cocinas portatiles en Vietnam están a la orden del día.
También pasamos por una farmacia china
donde esperábamos encontrar la fórmula mágica que nos devolvería nuestra
hermosa figura, perdida tras ingentes cantidades de los más variados platos
salados y dulces, suaves y crocantes, calientes y fríos. Haciendo malavares con las manos, entrando los pómulos para
adelgazar nuestras caras (haciendo el conejito) y demás artimañas intentamos explicarle nuestra dolencia
(la gordurita rozagante) pero no nos entendimos.
Finalmente una peluquería, donde a falta de la receta mágica
retocamos nuestras melenas por escasos 3,5 dólares en las manos de la tercera
mejor peluquera de Shangai 2004 – Hair Dresser Contest (Competencia de
Peluqueras 2004). No cualquier puede decir eso.
Ya dábamos por finalizado el día. No podíamos pedir más,
cuando sin siquiera imaginarlo nos encontramos con el bullicio, el color y la
magia del Mercado del Tet. Los vietnamitas abandoron los piyamas multicolores - que usan a diario en la calle, en el mercado, en la recepción de un hotel - y vestían sus mejores galas, las familias enteras invadían
las calles y los mares de motocicletas eran ahora océanos infranqueables
(ver foto).
Con el día colapsado de actividades regresamos a nuestra pequeña morada – Mai Home.
¡A VIAJAR!
Con el día colapsado de actividades regresamos a nuestra pequeña morada – Mai Home.
¡A VIAJAR!
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