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Mercado flotante - Cai Be - Vietnam Foto: AAD viajar X mundo |
Tempranito por la mañana partimos hacia el mercado, pero no
un mercado como tantos otros… un mercado flotante de Cai Be. Esperabamos encontrar los
pequeños barquitos multicolores, como se ven en Discovery Channel, pero NO. Era un mercado
flotante al por mayor. Cada barco se especializa en la venta de un único producto.
Fue mágico ver los barcos repletos de sandias, melones y hasta flores. Flores amarillas, como no podía ser de otra manera. El color por excelencia del Año
Nuevo Vietnamita.
Recorrimos el mercado con la mandíbula desplomada,
sorprendidos a cada metro que nos adentrábamos en el mercado. Es una ciudad
flotante, no un mercado. Estas familia monoproductoras o monocomerciantes viven
en los barcos, comen en los barcos y se trasladan en los barcos. Barcos
panzones, repletos de productos y protegidos por los dos ojos negros pintados
en la popa para ver las profundidades del mar. Todo transcurre allí
Seguimos en nuestra barquita hacia la isla que
enlaza Vingh Long con Cai Bé con todas las intensiones de convertirnos en "isleños por un día" y alojarnos allí. La ilusión duró un suspiro. Salimos despedidos cuando nos dijeron cuanto nos costaría…
Pero como no
hay mal que por bien no venga seguimos camino a pie por un estrechísimo sendero a la vera un pequeño brazo del Mekong surcando casas, sonrisas, niños
practicando el “Hello”, motocicletas, bicicletas y más peleas de gallos.
Las islas no se dejaba recorrer fácilmente, pero le hicimos
frente a pie, contra viento y marea. O debería de decir contra moto y moto,
porque aquí, incluso en el medio del Delta del Mekong, los moto-choferes están
presentes.
Retomamos tierra firme extenuados tras la aventura isleña en
ferry. Este sí que es un medio totalmente local y todas las miradas estaban
clavadas en nuestras cabecitas… con caras de asombro ante nuestra presencia,
con caras de alegría de compartir su espacio con nosotros, con caras de
bienvenida…
Sin buscarlo terminamos en otro mercado que se había
extendido como un pulpo ambriento hacia la calle. Y allí estaba nuestra
sorpresa mercantil diaria, como las manos no son suficientes y el dinero hay
que contarlo, buenos son los pies (ver foto).
Las sorpresas se acabaron y la noche llegó. Al día siguiente Saigon y Tay Ninh nos esperaban.
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